Adicciones.

¡Lo dejo cuando quiera! ¿Será que sí? Cuando hablamos de adicciones nos metemos en terreno pantanoso y polémico.

Cada uno de nosotros tiene una vía de escape (o varias) para situaciones que nos producen incomodidad, para liberarnos de estrés. Normalmente, de una realidad que produce una sensación desagradable se busca otra realidad alternativa que genere placer o, al menos, sensaciones menos desagradables. Esto no es malo. De hecho, la salud mental recomienda cambiar de actividad cada cierto tiempo y alternar el trabajo con periodos de descanso y entretenimiento.

El descanso, se produce por lo que hago y pienso durante esa nueva actividad. Muchas veces implica un objeto en el que centro mi atención. Puede ser el cigarrillo, el café, las redes sociales, la comida, los videojuegos, el sexo, la tele, … La mente desconecta de la labor tediosa de la que quiero escapar, me relajo y puedo volver a actividades menos gratificantes pero necesarias para vivir.

Todos aprendemos a manejar la ansiedad y el estrés y todos tenemos nuestros trucos para desconectar. La dificultad que se plantea es que esa actividad  de desconexión se convierta en algo sin lo que no puedo vivir, me afecte a mi salud física o emocional o a las personas que tengo alrededor. Es entonces cuando esa actividad puede comenzar a ser llamada Adicción.

Alcohol, tabaquismo, sustancias psicotrópicas, anorexia, bulimia, ludopatía, tecnofilia y RRSS, …

Hay diferentes tipos de adicciones que van desde las más leves hasta las más severas. El abanico es demasiado amplio. Para las leves, con amigos y disposición y un poco de apoyo se pueden superar. Ante una señal de alerta, hay que despertar y, si se repite, pedir ayuda. Para las más graves, hay centros especializados y profesionales para tratarlas.

La psicología y la psiquiatría tienen fama de ser para los locos. Gracias a Dios ese concepto está cambiando. Incluso en muchas iglesias se está empezando a diferenciar entre necesidades espirituales y realidades psicológicas, esto es, de nuestra alma.

La atención psicológica tiene muchas variables. No es esa repetida imagen de sesiones interminables en un diván. A veces es tan simple como dar una ayuda o un apoyo ante algo que no consigo ver. Recibir una segunda opinión de alguien que objetivamente aporte otro punto de vista. Si esa persona es un profesional en cuestiones del alma, tiene un valor añadido.

No hablamos de buscar una dependencia enfermiza de los consejos de otro. Nos referimos a aportar luz y herramientas para que cada persona pueda tomar sus propias decisiones.

Cuando tratamos este tema de recibir apoyo emocional, nos referimos a recibir ayuda para desarrollar lo que Daniel Goleman denomina Inteligencia Emocional.

Muchas veces no entendemos qué es lo que pasa con nosotros mismos y sobre todo no sabemos ponerle nombre al sentimiento o emoción que estamos experimentando. La mayoría de las veces, todos alrededor pueden verlo y hasta ponerle nombre. Es ahí cuando entendemos la necesidad del apoyo emocional. Esto es algo que se puede aprender pero hace falta formación.

Desde pequeños aprendemos estas habilidades sociales pero ni todos han tenido una correcta educación emocional. Hoy en día ya se está enseñando en algunas escuelas y se le está dando la importancia debida pero culturalmente todavía no es algo normalizado. Nosotros queremos brindar ese apoyo emocional.

Te recomendamos echarle un ojo a algunos de nuestros artículos y no dudes en ponerte en contacto con nosotros si quieres ampliar la información o quisieras recibir alguna formación sobre el tema, ya sea personal o grupal:

Contáctanos.

Artículos sugeridos

Reír, antídoto contra el Estrés y la Depresión.

SÍNDROME DEL IMPOSTOR

El voluntariado como terapia de salud mental.

Duelo

¿BULLYING O MOBBING?

Hasta Cupido está deprimido

Mediadores y la Inteligencia Artificial

Mediación

Depresión Sonriente

Carácter de los que sirven

 

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)