Divorcio.
Una vivienda es el ambiente ideal para generar conflictos. Ya lo vimos con la pandemia. La estadística de divorcio y separación está disparada. En nuestro vivir diario siempre vamos va tener diferencias con nuestro prójimo pero en nuestras casas se da el caldo de cultivo perfecto. El desamor, la monotonía, la cantidad de tiempo que se pasa juntos pero sin calidad y el cansancio por el diario trabajo son algunos de los factores que echan leña al fuego. Es en casa, donde amamos, crecemos y aprendemos pero es inevitable que se puedan generar muchas controversias, dificultades y hasta conflictos, especialmente en estos tiempos de tanta confusión.
Muchos conocen y han oído hablar de consejería matrimonial. Sin embargo, la mediación familiar es una de las grandes desconocidas. La mayoría de las parejas la desconocen y dejan que la tensión crezca al no pedir ayuda. Las noticias se hacen eco de la realidad diaria: violencia física, llegar a las manos.
La mediación es un método alternativo para la resolución de conflictos, de la mayoría de los conflictos, pero de aquellos que no han llegado a generar delitos, como, por ejemplo, la conocida como violencia de género.
Hoy en día, muchas personas, ante un conflicto, una de dos, o denuncia, o pelea y rompe relaciones con la persona con la que ha tenido la desavenencia. Es muy triste ver como se ha generalizado la frase: ¡Nos vemos en los tribunales! ¿Será que hay otras alternativas?
Normalmente estos conflictos no son resueltos. A veces quedan enquistados. Muchas veces crean tensiones entre las dos partes en conflicto. Generalmente crean enfrentamientos que pueden llegar a algún tipo de violencia, sea verbal o física. La mediación intenta resolver los enfrentamientos y también prevenir que los conflictos se reproduzcan.
El mediador, a diferencia de un juez o un árbitro, no le da la razón a una de las partes ni decide salomónicamente su visión de los hechos. El mediador consigue abrir canales de comunicación entre ambas partes y trata de que ellos mismos lleguen a un acuerdo, que busquen sus propias salidas al conflicto.
Suele ser más rápido que los tribunales. También mucho más barato. El acuerdo final firmado por las partes y el mediador tiene tanto valor como una resolución judicial.
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